El cuarto año medio es señalado como el espacio del andamiaje
entre el fin de la educación escolar y el inicio de la etapa superior, en la que
los y las estudiantes deberán aprender a "poner en práctica", de manera autónoma,
sus hábitos de estudio, estrategias de aprendizaje y todas aquellas prácticas
efectivas que los anteriores doce años de formación han entregado.
En este
mundo globalizado las responsabilidades pedagógicas escapan del ejercicio
tradicional en la sala de clases y se comienza a modificar la forma en que el
pensamiento, el razonamiento crítico y la gestión epistemológica de los saberes
ya no pertenece sólo a un equipo de eruditos acreditados a través de sus
títulos académicos, sino que también se posiciona a los estudiantes como
sujetos activos de su aprendizaje, recordando a Monereo en la Psicología de la educación virtual, quitándolos de los repositorios conductistas, en que recibían conocimientos, para ubicarlos en una posición que les exige
empoderamiento y solidez para significar su realidad y ser responsables de su
aprendizaje significativo.
En este
contexto, el discurso argumental posee una preponderancia absoluta pues permite
el desarrollo crítico del pensamiento en diferentes temas y disciplinas y el
género ensayístico permite vehicular esas propuestas a través de un ejercicio
creativo serio, donde las subjetivas ideas se transforman en objetivas razones
para cuestionar la realidad e ingresar a ella desde una posición reflexiva.
Para
conseguir esta meta es necesario que el desarrollo del pensamiento se gestione
desde el área digital, respondiendo a los postulados de los investigadores
quienes señalan que la actualidad es pensada y repensada desde la tecnología.
Ahora, la prioridad se encuentra en el desarrollo de las competencias
comunicativas en la virtualidad y tan sólo en la comunicación interpersonal dialogada frente a frente.
En esta propuesta didáctica se ha logrado que
los y las estudiantes comprendan lo complejo de la comunicación humana a través
de análisis en diferentes géneros literarios y no literarios y que potencien
sus habilidades en la producción de textos escritos a través de la
incorporación de las TIC, permitiéndoles generar una cercanía con sus
habilidades tecnológicas tan necesarias para la sociedad global en que nos
desarrollamos.